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miércoles, 23 de mayo de 2012

CONOCIMIENTOS: EL ENDECASÍLABO BIBLIOTECA AUPA para el TALLER DE POESÍA


El endecasílabo (del griego ἕνδεκα "once" y συλλαβαί "sílabas") es un verso de once sílabas de origen italiano que se adoptó en la lírica española durante el primer tercio del siglo XVI, durante el Renacimiento, gracias al poeta toledano Garcilaso de la Vega, quien lo introdujo junto con su amigo Juan Boscán convencido en Granada por el embajador veneciano Andrea Navagiero de que introdujese la métrica italiana en la castellana, tal y como declara Boscán en la carta "A la duquesa de Soma" que precede al segundo libro de Obras de Boscán y algunas de Garcilaso (Barcelona, 1534):
La adaptación tuvo éxito y arrinconó, a causa de su ritmo más flexible, el uso del verso de doce sílabas o dodecasílabo, que hasta ese momento dominaba la expresión del arte mayor para los temas importantes y solemnes. Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, había intentado introducirlos ya en el siglo XV, pero su intento no había tenido éxito.


RITMOS Y ACENTOSEl verso endecasílabo posee un ritmo particular articulado en torno a tres ejes rítmicos o acentos; de ellos, dos al menos son obligatorios, en la sexta y décima sílaba (endecasílabo propio), aunque también son correctos los endecasílabos con acentos en cuarta, octava y décima sílaba (endecasílabos sáficos).

En rigor, el único acento obligatorio en el endecasílabo es el de la décima sílaba. Efectivamente, un endecasílabo puede definirse como «aquel verso cuyo último acento cae en la décima sílaba». Como en castellano la mayor parte de las palabras son graves (o llanas), la mayor parte de las veces el verso constará de once sílabas. Pero esto no es esencial.
Los versos cuya última palabra es aguda («amor, amor, un hábito vestí»), y que manifiestamente tienen diez sílabas, son a pesar de todo endecasílabos por derecho propio, lo cual no constituye una excepción ni una licencia. En el caso inverso, de última palabra esdrújula, el endecasílabo contará con doce sílabas. En cualquier caso, llamar endecasílabos, a versos de diez o doce sílabas puede parecer engañoso. Lo realmente esencial es que el último acento caiga en la décima sílaba