A TODOS
Al difunto le molestaban enormemente.
perdonadme, -no es un método- (no se lo aconsejo a nadie),
pero no tengo otra salida.
de Lila Brick, mamá, mis hermanas y
Verónica Vitóldovna Polónskaia.
Envíen los versos sin terminar a los Brick.
Ellos sabrán descifrarlos.
se estrelló contra la vida cotidiana":
dolores, desgracias, y ofensas recíprocas.
EL POETA ES UN OBRERO
Se le ladra al poeta:
"¡Quisiera verte con un torno!
¿Qué, versos?
¿Esas pamplinas?
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!"
Sin embargo
es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
Yo mismo soy una fábrica.
Y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
Sé muy bien
que no gustáis de frases vacías.
Cuando aserráis la madera, es para hacer leños.
Pero nosotros
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.
CONVERSACIÓN CON EL INSPECTOR FISCAL SOBRE POESÍA
Ciudadano inspector,
perdone la molestia.
Gracias,
no se preocupe,
me quedaré de pie.
Quiero tratar
un asunto bastante delicado:
qué sitio ha de ocupar
el poeta
en las filas obreras.
Igual que los que tienen
tiendas y terrenos
también yo debo pagar
impuestos.
Usted me pide
quinientos al semestre
más veinticinco
por no declarar a tiempo.
Mi trabajo
es igual
a cualquier otro.
Mire
cuántas pérdidas,
cuántos gastos
invierto en materiales.
Usted sabe
naturalmente
eso que llaman rima.
Si la primera línea
termina en "ajo"
entonces, la tercera,
repitiendo las sílabas
debe poner
algo así
como "cascajo".
Si utilizo su lenguaje
la rima es un cheque,
hay que cobrarlo alternando los versos
y buscas
con detalle sufijos y prefijos
en el cofre vacío
de las declinaciones,
de las conjugaciones.
Coges una palabra
y quieres meterla en la estrofa
pero si no entra
y aprietas,
se rompe.
Ciudadano inspector:
le juro
que el poeta paga caras
las palabras.
Hablando mi lenguaje
la rima es un barril
de dinamita,
y la estrofa es la mecha.
La estrofa se consume,
y estalla la rima,
y por el aire y la ciudad
la estrofa
vuela.
¿Dónde hallar,
y a qué precio,
rimas que estallen
y de golpe maten?
Quizá sólo sean
cinco las rimas
increíbles
y sin estrenar, perdidas
más allá
de Venezuela.
Me voy a buscarlas,
haga frío, haga calor,
atado por anticipos, préstamos y deudas.
Ciudadano,
tenga en cuenta
el pago de los viajes.
La poesía
toda
es un viaje a lo desconocido.
La poesía
es como la extracción del radio
-Un año de trabajo
para sacar un gramo.
Sacar una sola palabra
entre miles de toneladas
de materia prima verbal.
Pero ¡qué ardiente
el calor de estas palabras
comparado
con la humeante
palabra bruta!
Esas palabras
mueven
millares de años,
millares de corazones.
Claro
que hay poetas
de distinta calidad.
Muchos
de hábil mano,
como prestidigitador,
sueltan estrofas de la boca,
suyas y de otros.
Y para qué hablar
de los castrados líricos.
Meten un verso ajeno
y están felices.
Eso es
robo y despilfarro
uno más entre los que azotan el país.
Esos
versos y odas
aplaudidos
hasta la saciedad
entrarán en la historia
como gastos accesorios
de lo hecho
por dos o tres buenos versos
de nosotros.
Muchos kilos de sal
habrás de comer
como suele decirse,
y fumar cien cigarrillos
hasta
sacar
la palabra preciosa
de las honduras artesianas
de la humanidad.
Rebaje por eso
los impuestos,
quítele
una rueda
a los ceros.
Uno noventa
cuestan cien cigarrillos.
Uno sesenta
la arroba de sal.
Demasiadas preguntas
su formulario tiene:
Ha viajado
o no ha viajado?
Y si le respondo
que en estos quince años
he reventado
decenas de Pegasos,
¿qué?
Póngase usted
en mi sitio,
piense en el servicio
y propiedades.
¿Qué ha de contestarme
si le digo que soy
caudillo popular
y al mismo tiempo
trabajo a su servicio?
La clase obrera
vibra en nuestras palabras,
somos proletarios
motores de la pluma.
La máquina
del alma
se gasta con los años.
Dicen entonces:
estás gastado,
fuera.
Cada vez amas menos,
te arriesgas menos
y mi frente
desgastada
por el tiempo no arremete.
Entonces llega
el desgaste mayor,
el desgaste
del alma, del corazón.
Y cuando
este sol,
grande y redondo
se alce
en el futuro
sin lisiados ni tullidos,
ya me habré
podrido,
muerto en una cuneta
junto
a decenas
de mis colegas.
Hago
mi balance final. Afirmo,
y no miento:
entre los vividores
y actuales fulleros
seré
el único
con deudas impagables.
Nuestra deuda
es aullar
como sirenas de bronce,
entre la niebla filistea
y el fragor de la tormenta.
El poeta
siempre adeuda al universo,
paga con su dolor
las multas,
los impuestos.
Adeudo
las calles de Broadway,
los cielos de Bagdad,
el ejército rojo,
los jardines de cerezos del Japón,
todo aquello
sobre lo que aún
no pude cantar.
Al fin y al cabo
¿para qué
tanto jaleo?
¿Para disparar rimas
y atronar con el ritmo?
La palabra del poeta
es su resurrección,
su inmortalidad,
ciudadano inspector.
Dentro de cien años,
en un pliego de papel
cogerán una estrofa
y resucitarán este tiempo .
Y ese día
surgirá
con fulgor de asombros,
y olor a tinta
le envolverá en su vaho,
señor inspector.
Usted, habitante convencido
del día de hoy
saque en el Comisariado de Caminos
un pasaje para la eternidad,
calcule
el efecto de mis versos,
divida
mi salario
en trescientos años.
Mas la fuerza del poeta
no estriba
en que le recuerden a usted en el futuro
y se asusten.
No.
Hoy
la rima del poeta
es caricia también,
consigna,
látigo,
bayoneta.
Ciudadano inspector,
pagaré cinco
quitando los ceros que van detrás.
Por derecho
yo
reclamo un hueco
entre las filas
de los obreros
y campesinos más pobres.
Y si usted piensa
que todo consiste
en saber utilizar
palabras ajenas,
entonces, camaradas,
aquí tienen mi pluma,
y escriban
ustedes
cuanto quieran.
150.000.000
150.000.000
150.000.000 es el nombre del artífice de este
poema.
Su ritmo: la bala.
Su rima: el fuego saltando de un edificio a
otro.
150.000.000 hablan por mi boca.
Esta edición fue impresa con la rotativa de los
pasos,
en el papel vitela del adoquinado.
¿Hay quién pregunte a la luna?
¿Hay quién pretenda que el sol le rinda cuentas?
¿Quién se atrevería a afirmar: este es el autor
más genial de la tierra?
De igual modo
este poema
no tiene autor.
Su única idea es
brillar en el día naciente.
Ese mismo año,
en ese día y hora,
bajo tierra,
en la tierra
por el cielo
y aún más arriba
aparecieron estos
carteles,
octavillas,
afiches:
"A TODOS¡
¡A TODOS!
¡A TODOS!
¡A todos
los que ya no aguantan más!
¡Salid
y marchad juntos!"
(firmas):
El Hambre -administrador.
(tres
firmas:
los secretarios)
¡Vamos!
¡Vamos, vamos!
¡Ja, ja,
ja, ja, ja, ja,
ja, ja!
¡Se caen!
¡Eh, Juanón!
¡Mete billetes en la alpargata!
¡No vayas descalzo al mitin!
¡Adiós, Rusia del alma!
¡Se acabó el pobre!
¡Ya encontramos otra Rusia!
¡La internacional!
¡Vamos!
Sentado en sillón de oro
toma té con bizcochos.
Iré a verle,
furioso.
Iré a verle
tísico.
Iré a verle
y le diré:
"Wilson, oye
Woodrow,
¿quieres un cubo de mi sable?
Ya verás..."
Llegaremos hasta el mismísimo
hasta Lloyd George
Y le diremos:
"Oye,
Jorgito..."
-Hasta él no llegas.
Hasta él hay océanos.
Con esos
no puede
el jamelgo ruso
No importa.
Iremos a pata.
Despertaba a la llamada
de los bosques
Fieras y fierecillas segregaban fuerza.
Un lechón gruñía aplastado por un elefante.
Los cachorros formaban hileras de cachorros.
El grito humano es insoportable.
Pero la fiera
se exprimía el alma.
(Os traduciré el bramido de los animales,
si no conocéis la lengua animal):
"¡Escucha, Wilson,
bola de grasa!
Si la culpa es del hombre,
castígalo.
Nosotros
no hemos firmado el pacto de Versalles.
Las fieras, sí,
¿pero por qué debemos pasar hambre?
¡Que sufran ellos nuestro dolor animal!
¡Quién pudiera hartarse una vez más!
¡Vamos a las Indias, rebosantes de hierbas!
¡A las praderas americanas!"
¡Oh! ¡Oh-uh!
Ya no cabemos en la jaula-bloqueo.
¡Adelante, automóviles!
¡Al mitin, motocicletas!
¡Lo pequeño, a la derecha!
¡Ceded el paso a los camiones!
¡Los caminos se pusieron en fila india!
Escuchad lo que dicen los caminos
¿Qué dicen?
"Nos asfixiamos de tanto viento y polvo,
retorciéndonos en los railes por estepas
hambirentas.
Por dóciles kilómetros sin empedrar,
estamos hartos de arrastrarnos tras los
presidiarios.
Queremos saturarnos de asfalto,
ceder bajo el peso del expreso.
¡levantáos!
¡Basta de dormir
carreteras mecidas por el polvo!
¡Vamoooos!"
¡Vamos a las minas!
¡A por pan!
¡A por el moreno!
Sembrado para nosotros.
Sin leña
sólo los tontos pueden andar.
¡Al mitin, locomotoras!
¡Locomotoras, al mitin!
¡Rápiiiido!
¡Rápidorápido!
¡Eh,
regiones,
levad anclas!
Tras Tula, Astrakán,
una mole tras otra,
inmóviles
desde Adán,
arrancaron
y avanzan
sobre otras, con ruido de ciudades.
Llevando por delante la oscuridad rezagada,
tropezando con las frentes de los faroles,
iban al mitin legiones de luz,
con las zancadas de postes eléctricos.
Y por encima
conciliando el agua y el fuego,
pudriñendose de ahogados, fluían los mares.
"¡Paso a las olas del Caspio!"
¡No volveremos a Rusia!
No en el flaco Bakú.
En las playas de la jubilosa Niza
brincaremos con la ola mediterránea.»
Y, por fin,
tras el trueno
de correr y trotar,
respirando a pleno pulmón,
en borbotones de nubes salieron por los agujeros
los aires ya tormentosos de Rusia.
¡Vamo-o-o-s!
¡Vamos, vamos!
¡Y todos
los ciento cincuenta millones de gentes,
billones de peces,
trillones de insectos
animales salvajes,
animales domésticos,
centenares de regiones,
con todo lo que hay construido,
lo que vive en ellas,
todo lo movible,
inamovible,
lo que apenas se movía,
reptando,
arrastrándose,
nadando.
Marcho en avalancha
¡en avalancha!
Y retumbaba el sitio
donde estuvo Rusia.
Lo importante
no es comerciar con sacarina,
¡El corazón quiere ser campana que doble!
Hoy
al paraíso
lanzaremos a Rusia
más allá de los irisados pozos del crepúsculo.
¡Ja, ja,
ja, ja, ja, ja,
ja, ja!
¡Vamos, vamos!
¡A través de la guardia blanca de las nieves!
¿Por qué las regiones sacan sus carnosidades
de los límites que por siglos les fijaron las
autoridades?
¿Por qué aguzan el oído de los cielos?
¿A quién atalaya el horizonte?
Por eso
hoy
los ojos del mundo entero
están puestos en nosotros
y todos los oídos alertas
captan el más mínimo
sonido nuestro
Para ver esto
Para escuchar estas palabras:
esto es la voluntad de la revolución,
lanzada más allá de sus últimos límites
esto
es un mitin
armazones de máquinas,
gentes, y cuerpos de animales,
esto
son manos
patas
pinzas
bielas
levantadas
aun donde el aire enrarecido
prometiendo una misma cosa al unísono.
Olvidad
a los poetas
que lanzan aullidos celestiales,
olvidadlos,
escuchad esta canción:
Vinimos a través de ciudades,
nos abrimos paso en la tundra
pisamos fango y charcos.
Vinimos millones
millones de obreros,
millones de trabajadores y empleados.
Vinimos de las casas,
escapamos de los almacenes,
de las callejuelas alumbradas
por los incendios.
Venimos millones,
millones de objetos,
destrozados,
rotos,
arruinados.
Bajamos de las montañas
reptamos por bosques
y campos de cebada agostados por los años.
Vinimos, millones,
millones de ganado,
cerriles,
embrutecidos,
hambrientos.
Vinimos
millones
de impíos,
paganos
y ateos
con la frente,
el hierro oxidado,
el campo
Recemos todos
a Dios, con fervor.
¡Aparece,
no de un mullido tálamo estelar,
Dios de hierro,
Dios de fuego
Dios, ni Marte,
ni Neptuno, ni Vegas,
Dios de la carne,
¡Dios-Hombre!
Baja de las estrellas que brillan en las arenas,
liberado de las alturas,
terrestre,
¡sal,
aparece
entre nosotros!
No el que
«estás en los cielos».
Hoy
a la vista de todos
obraremos milagros,
nuestros propios milagros.
Nos encabritamos
si en tu nombre
hay que batallar
en medio del humo
en el fragor del turno.
Nuestras hazañas
serán más difíciles que las del Creador
que llenaba
de cosas el vacío.
No sólo tenemos que construir
con imaginación nueva,
sino también dinamitar lo viejo.
¡Sed, danos de beber!
¡Hambre, aliméntanos!
Ya es hora
de llevar
el cuerpo al combate.
¡Más tupida
sea la descarga
contra los cobardes!
¡Contra el montón,
fuego de metralla!
¡Que todo venga
del mismísimo fondo del alma!
¡A fuego,
a llama,
a hierro,
a luz,
abrasa,
quema,
corta,
destruye!
Nuestras piernas
son abanicos que avientan la polvareda.
Nuestras aletas son naves
Nuestras alas son aeroplanos.
¡Caminar!
¡Volar!
¡Cruzar!
¡Rodar!
haciendo inventario del mundo entero.
Si esa cosa es útil,
bien,
sirve.
Si es inútil,
¡al diablo!
Una cruz negra.
¡Acabaremos contigo,
mundo romántico!
Basta de fe
en el alma,
¡electricidad,
vapor!
¡Basta de mendigos!
¡Embolsad las riquezas de todos los mundos!
¡Matad cuanto es viejo!
¡De los cráneos haced ceniceros!
Arrasadas
las antiguallas,
un mito nuevo
se impondrá en el mundo.
Romperemos con el pie
la barrera del tiempo
Miles de arcoíris
colorearán el cielo.
En un mundo nuevo se abrirán
las rosas y los sueños ensuciados por las rimas.
Todo estará hecho
para el placer
de los niños grandes que somos.
Inventaremos
rosas nuevas,
rosas de capitales con pétalos de plazas.
Vosotros,
los marcados con el estigma del suplicio,
ved al verdugo de hoy.
Y sabréis
que los hombres
pueden ser cariñosos,
con el amor
que la estrella trepa por un rayo.
Nuestra alma
será
confluencia de los Volga de amor.
Todo el que las aguas traigan
-tú o cualquier otro-
será bañado por una mirada luminosa.
Por las arterias más finas
boaremos
las naves feéricas de los hallazgos poéticos.
Y tal como lo escribimos
el mundo será
el miércoles
y ayer
y hoy
y mañana
y siempre,
por los siglos de los siglos.
Por el verano secular,
lucha,
canta:
"En la batalla final"
¡Coreemos un himno común!
¡Más de un millón!
¡Multipliquémonos por cien!
¡Vamos, por las calles!
¡A los tejados!
¡Tras los soles!
¡En los mundos!
¡Gimnastas de la palabra!
Y Rusia
ya no es un pordiosero
no es un montón de escombros,
no es ceniza de casas
Rusia
Rusia entera
es un solo Iván
sus brazos
son
el Neva
y sus pies las estepas del Caspio.
YO Y NAPOLEÓN
Vivo en la Gran Presnaia
n.º 36/24
Un lugar muy tranquilo.
Muy tranquilo.
¿Entonces?
¿Acaso es asunto mío
que alguien
en alguna parte
de este tempestuoso mundo
haya provocado una guerra?
Ha caído la noche.
Buena. Insidiosa.
¿Por qué esas chicas
se estremecen así, moviendo
ojos tan inmensos como focos?
La muchedumbre callejera
humedece sus labios calientes
en el agua del cielo,
y la ciudad, agitando sus esposas enbanderadas,
implora y vuelve a implorar a la cruz roja.
Una iglesia despeinada se pega
a la cabecera de la avenida
-hatillo lleno de lágrimas-
mientras que los parterres de la avenida
pierden sangre, como un corazón desmenuzado
por los dedos de las balas.
La angustia aumenta, aumenta,
devora la razón endurecida.
Ya los invernaderos de Noev
palidecen por un gas letal.
¡Decid a Moscú
que se retenga!
¡Decidle
que no tiemble!
Un segundo más
e iré al encuentro
del rey de los cielos.
¡Si quiero, os mato al sol!
¡Mirad!
Lava sus banderas en el cielo.
¡Allí está!
Gordo y pelirrojo.
Hace sonar el pavimento
con sus cascos rojos,
avanza sobre el cadáver de los techos.
¡A ti!
que gritas:
"Te destruiré,
te destruiré";
a ti, que divides la noche en las cornisas
sangrientas.
Te lanzo un desafío,
yo,
un alma sin miedo.
¡Avanzad, avanzad
hombres estragados por el insomnio,
hombres con la cabeza en llamas!
¡Qué importa!
He aquí nuestro último sol,
el sol de Austerlitz.
Y vosotros, los dementes de Rusia, de Polonia,
avanzad también: hoy
Napoleón soy yo.
Soy el jefe de los ejércitos y aún más.
Comparadnos -a él y a mí-
Él sólo se codeó una vez con la peste
y venció, por atrevido, la muerte;
yo, cada día visito a los apestados
en miles de Jaffa rusos.
Por una sola vez que sin flaquear
afrontó las balas, será honrado
por los siglos de los siglos;
pero yo, tan solo en julio he cruzado
mil puentes de Arcole.
Mi grito está tallado en el granito del tiempo.
Mi grito retumbará y retumba
porque
dentro de un corazón devastado como Egipto
hay millones de pirámides.
Seguidme, hombres estragados por el insomnio
¡Subid!
Con la cabeza en llamas.
Yo te saludo
último sol de mi vida,
sol de Austerlitz!
¡Hombres!
¡Ya es bastante!
Echaos sobre el sol
¡y adelante!
Desteñidlo.
En la catedral estrangulada de la garganta
sube el estertor de una marcha fúnebre.
¡Hombres!
Cuando canonicéis los nombres
de muertos
más famosos que yo,-
acordaos:
entre los muchos que la guerra mató
está el poeta de la Gran Presnaia.
POEMA INCONCLUSO
I
¿Me quiere? ¿No me quiere? Retuerzo las manos
y los dedos
destrozados desperdigo.
Así deshojan al adivinar y esparcen
por mayo
corolas de margaritas del camino.
Aunque las canas descubran el peinado y la
barba;
aunque abundantes suenen en plata
los años
espero, confío; que jamás llegue
a mí el vergonzoso buen juicio.
II
Son las dos
estarás en la cama
O tal vez
tú también andes mal.
No hay prisa,
y con urgencias de telegrama
no tengo
porqué
despertarte y molestar
III
El mar se aleja de mí.
El mar se aleja a dormir.
Como dicen, incidente zanjado,
la barca querida varó en lo diario.
Estamos en paz,
y no viene a cuenta un listado
de mutuos dolores, penas y agravios.
IV
Son las dos estarás en la cama.
No hay prisa y con urgencias de telegrama
no tengo porqué despertarte y molestar.
Como dicen, incidente zanjado,
la barca querida embarrancó en lo diario.
Estamos en paz y no viene a cuenta un listado
de mutuos dolores penas y agravios.
Mira en el mundo qué paz;
la noche orló de un tributo de estrellas el
cielo.
A estas mismas horas te levantas a hablar
a los siglos, la historia y el universo.
V
Sé de la fuerza de las palabras, sé de las
palabras el rebato.
No son a las que aplauden los palcos.
De palabras tales se desprenden los ataúdes
y sus cuatro patitas de roble sacuden.
A veces la suprimen, no se publica ni imprime,
pero la palabra vuela con las cinchas ceñidas,
tañe los siglos y llegan a rastras los trenes
a lamer las manos encallecidas de la poesía.
Sé de la fuerza de las palabras: parece de
memos,
pétalos caídos bajo los tacones de un baile.
Pero el hombre con el alma los labios los
huesos...
A TODOS
De mi muerte, no se culpe a nadie, y por favor,
sin comentarios.
Al difunto le molestaban enormemente.
Mamá, hermanas, camaradas, perdonadme, -no es un
método-
(no se lo aconsejo a nadie), pero no tengo otra
salida.
Lila, ámame.
Camarada Gobierno: mi familia se compone de Lila
Brick, mamá,
mis hermanas y Verónica Vitóldovna Polónskaia.
Si les haces la vida soportable, gracias.
Envíen los versos sin terminar a los Brick.
Ellos sabrán descifrarlos.
Como se dice,
el "incidente" ha terminado,
"la barca del amor,
se estrelló contra la vida cotidiana":
Estoy a mano con la vida,
y es inútil recordar,
dolores,
desgracias,
y ofensas recíprocas.
Sigan felices.
YO Y NAPOLEÓN
Vivo en la Gran Presnaia
n.º 36/24
Un lugar muy tranquilo.
Muy tranquilo.
¿Entonces?
¿Acaso es asunto mío
que alguien
en alguna parte
de este tempestuoso mundo
haya provocado una guerra?
Ha caído la noche.
Buena. Insidiosa.
¿Por qué esas chicas
se estremecen así, moviendo
ojos tan inmensos como focos?
La muchedumbre callejera
humedece sus labios calientes
en el agua del cielo,
y la ciudad, agitando sus esposas enbanderadas,
implora y vuelve a implorar a la cruz roja.
Una iglesia despeinada se pega
a la cabecera de la avenida
-hatillo lleno de lágrimas-
mientras que los parterres de la avenida
pierden sangre, como un corazón desmenuzado
por los dedos de las balas.
La angustia aumenta, aumenta,
devora la razón endurecida.
Ya los invernaderos de Noev
palidecen por un gas letal.
¡Decid a Moscú
que se retenga!
¡Decidle
que no tiemble!
Un segundo más
e iré al encuentro
del rey de los cielos.
¡Si quiero, os mato al sol!
¡Mirad!
Lava sus banderas en el cielo.
¡Allí está!
Gordo y pelirrojo.
Hace sonar el pavimento
con sus cascos rojos,
avanza sobre el cadáver de los techos.
¡A ti!
que gritas:
"Te destruiré,
te destruiré";
a ti, que divides la noche en las cornisas
sangrientas.
Te lanzo un desafío,
yo,
un alma sin miedo.
¡Avanzad, avanzad
hombres estragados por el insomnio,
hombres con la cabeza en llamas!
¡Qué importa!
He aquí nuestro último sol,
el sol de Austerlitz.
Y vosotros, los dementes de Rusia, de Polonia,
avanzad también: hoy
Napoleón soy yo.
Soy el jefe de los ejércitos y aún más.
Comparadnos -a él y a mí-
Él sólo se codeó una vez con la peste
y venció, por atrevido, la muerte;
yo, cada día visito a los apestados
en miles de Jaffa rusos.
Por una sola vez que sin flaquear
afrontó las balas, será honrado
por los siglos de los siglos;
pero yo, tan solo en julio he cruzado
mil puentes de Arcole.
Mi grito está tallado en el granito del tiempo.
Mi grito retumbará y retumba
porque
dentro de un corazón devastado como Egipto
hay millones de pirámides.
Seguidme, hombres estragados por el insomnio
¡Subid!
Con la cabeza en llamas.
Yo te saludo
último sol de mi vida,
sol de Austerlitz!
¡Hombres!
¡Ya es bastante!
Echaos sobre el sol
¡y adelante!
Desteñidlo.
En la catedral estrangulada de la garganta
sube el estertor de una marcha fúnebre.
¡Hombres!
Cuando canonicéis los nombres
de muertos
más famosos que yo,-
acordaos:
entre los muchos que la guerra mató
está el poeta de la Gran Presnaia.
POEMA INCONCLUSO
I
¿Me quiere? ¿No me quiere? Retuerzo las manos
y los dedos
destrozados desperdigo.
Así deshojan al adivinar y esparcen
por mayo
corolas de margaritas del camino.
Aunque las canas descubran el peinado y la
barba;
aunque abundantes suenen en plata
los años
espero, confío; que jamás llegue
a mí el vergonzoso buen juicio.
II
Son las dos
estarás en la cama
O tal vez
tú también andes mal.
No hay prisa,
y con urgencias de telegrama
no tengo
porqué
despertarte y molestar
III
El mar se aleja de mí.
El mar se aleja a dormir.
Como dicen, incidente zanjado,
la barca querida varó en lo diario.
Estamos en paz,
y no viene a cuenta un listado
de mutuos dolores, penas y agravios.
IV
Son las dos estarás en la cama.
No hay prisa y con urgencias de telegrama
no tengo porqué despertarte y molestar.
Como dicen, incidente zanjado,
la barca querida embarrancó en lo diario.
Estamos en paz y no viene a cuenta un listado
de mutuos dolores penas y agravios.
Mira en el mundo qué paz;
la noche orló de un tributo de estrellas el
cielo.
A estas mismas horas te levantas a hablar
a los siglos, la historia y el universo.
V
Sé de la fuerza de las palabras, sé de las
palabras el rebato.
No son a las que aplauden los palcos.
De palabras tales se desprenden los ataúdes
y sus cuatro patitas de roble sacuden.
A veces la suprimen, no se publica ni imprime,
pero la palabra vuela con las cinchas ceñidas,
tañe los siglos y llegan a rastras los trenes
a lamer las manos encallecidas de la poesía.
Sé de la fuerza de las palabras: parece de
memos,
pétalos caídos bajo los tacones de un baile.
Pero el hombre con el alma los labios los
huesos...